Padre

By Cindy Wooden | Catholic News Service

Un día como hoy o cualquier otro marcado en el calendario por sólo una costumbre repetitiva no significa nada sin nuestro esfuerzo por poder moldear e influir en la vida de alguien más. Esto no es una celebración sino una tarea constante y sin final.

No es en realidad importante la paternidad biológica, sino la influencia de un hombre o una mujer en la vida de otro ser muy importante para ellos. Pero para influir en la vida de otro hay que conocerlo primero y cuando dejamos de hacerlo ese lazo se pierde permanentemente, y por más días especiales que se trate de conseguir y celebrar, ya no hay ninguno.

Cada día puede ser especial si uno realmente disfruta esos momentos.

Hubo un tiempo en el que nosotros también quisimos repetir el mismo mensaje por el que todos los medios te repetían e insinuaban a gastar los últimos centavos de tu vacío bolsillo de niño o adolescente con tal de conseguir una sonrisa, una aprobación y un momento especial para aquella persona que en esos momentos considerabas el símbolo de un hombre cuyos pasos eran el único camino a seguir. Esa persona que con el tiempo te descubriría sus errores, faltas, malas decisiones y egoísmo que al final comprendiste que también estaban en tí.

Ahora tu lucha a diario es por no repetir los mismos errores que a diario estas cometiendo.

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